Esta historia me llegó por internet. Es de esos típicos mensajes que te llegan a través de amigos, por lo que desconozco su verdadera fuente.
La historia
Debemos situarnos en un país de gran pobreza donde los adultos deben trabajar muchísimas horas para ganar cuatro euros mal pagados.
En el colegio, un día, el profesor decidió hablar de la comunicación con sus alumnos. Por ello, les preguntó cómo era la comunicación con su padre (no con su madre). Uno a uno fueron contestando:
Uno contaba que todas las noches, charlaba un ratito con su padre. Otro, que su padre venía muy cansado de trabajar y no encontraba muchos momentos para hablar con él. Otro que su padre tenía la desgracia de no tener trabajo y que tenía tiempo para él, pero que como su padre se sentía desgraciado, las conversaciones no valían la pena... Y así todos fueron contando su experiencia, unos buena, otros mala.
Cuando le tocó al último, contó un relato lleno de esperanza: Su padre trabajaba muchas horas para mantenerlos a todos. Tantas horas hacía, que se iba de casa cuando él aún no se había levantado, y regresaba cuando él ya dormía. De modo que era muy difícil verse. Pero ese padre un día le había dicho a su hijo:
Todas las noches, cuando yo llegue a casa, subiré a verte a la habitación, te arroparé, te daré un besito de buenas noches, y doblaré una esquina de la colcha. Así, tú, por la mañana, cuando veas la esquinita doblada, sabrás que yo he estado aquí.
Y el niño contaba, entusiasmado, cómo cada mañana, al despertarse, lo primero que hacía era mirar la esquinita de la colcha, a ver si estaba doblada. Y cuando veía que era así, se sentía muy reconfortado y feliz, sabiendo que su padre había estado allí por la noche.
El profesor se quedó realmente maravillado de cómo ese padre había encontrado la manera de comunicarse con su hijo a pesar de lo difícil de la situación.
Comentario
Querer es poder.